Antes de quedar embarazada, pensaba que la depresión postparto (DPP) sólo afectaba a mujeres con serios conflictos emocionales o antecedentes de trastornos psicológicos. No tenía la menor idea de que para estar expuesta al padecimiento de la DPP bastaba con haber quedado embarazada y dar a luz.
No podía asociar o concebir que el nacimiento de mi primer hijo pudiera causarme algún sentimiento negativo, o actitud depresiva, porque estaba colmada de felicidad por el hecho de ser madre. Pero cuando la doctora me preguntó en el chequeo postparto si me había sentido triste, si mi ánimo cambiaba bruscamente o si había experimentado cualquiera de los síntomas asociados a la DPP, caí en cuenta de que este padecimiento es más común de lo que se cree.
Según estadísticas recientes*, la DPP afecta de alguna forma al 60-80% de las mujeres, aunque sólo entre el 10-20% sufren su lado más serio. En cualquiera de los casos, la falta de información sobre la enfermedad puede impedir a la mujer buscar ayuda, o encontrar la comprensión de su pareja y familia, para superarla.
Del baby blues a la psicosis postparto
Existen tres diferentes tipos de DPP, según los síntomas y la gravedad del padecimiento: el común baby blues, la depresión postparto como tal y una rara y más seria patología conocida como psicosis postparto.
Si estás triste, cambias de ánimo con frecuencia, lloras sin saber por qué, y te sientes irritable e inquieta las primeras dos semanas después del parto, pero luego vuelves a la normalidad, es muy probable que hayas experimentado el baby blues.
La depresión postparto, por el contrario, puede durar desde días hasta meses, y se caracteriza por provocar en la mujer el mismo cuadro anímico de un baby blues, pero mucho más intenso y seguido, hasta llegar a afectar su capacidad para realizar sus actividades diarias, incluido el cuidado del bebé. Con un buen tratamiento y asesoramiento médico, la enfermedad puede superarse satisfactoriamente.
La psicosis postparto es una patología mucho más severa, que de no ser tratada de inmediato puede tener serias consecuencias para la madre y el niño. Suele aparecer rápidamente, en los tres primeros meses después del alumbramiento, y provoca síntomas severos como pérdida del contacto con la realidad, alucinaciones auditivas, insomnio, irritabilidad, nerviosismo y comportamiento errático. Un doctor recomendará internar a la madre en un hospital si las condiciones de la enfermedad son críticas.
Señales de aviso de la DPP
Algunos síntomas pueden alertarte sobre la presencia de la enfermedad y ayudarte a tomar la determinación de consultar a un especialista médico. El Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos previene a las embarazadas sobre los más comunes:
- Sentirse deprimida, triste y llorar con frecuencia
- Experimentar irritabilidad y nerviosismo
- Sentir cansancio extremo y ánimo bajo
- Tener dolor de cabeza frecuente, palpitaciones o hiperventilación
- Insomnio o dificultad para dormir
- Inapetencia y pérdida de peso
- Apetito descontrolado y alza en el peso
- Dificultad para concentrarse y tomar decisiones
- Falta de interés en el bebé
- Preocupación extrema por el bebé
- Sentimiento de culpabilidad y baja autoestima
- Tener miedo de lastimar al bebé o a si misma
- Desmotivación y falta de interés en todo, incluyendo el sexo
¿Qué puedes hacer para superar una condición de DPP?
Lo primero es visitar al médico y explicarle cada uno de los síntomas para que esté en condiciones de hacer un diagnóstico acertado.
Trata de descansar cuando el bebé duerme y no tengas reparo en pedir ayuda a tu pareja y familia para tomarte un tiempo para ti, salir de casa, caminar un poco y tomar aire fresco. Explícales como te sientes para que puedan entender la situación.
Habla con otras madres con DPP y comparte con ellas en un grupo de apoyo.
Fuente: Yahoo
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