Vivimos una época de inseguridad. No bien prendemos la TV escuchamos el robo del día, el crimen de la semana, el secuestro del mes. Cómo enfrentar estas situaciones de ansiedad y tensión
El trastorno por estrés postraumático es un síndrome que se produce tras experimentar un suceso traumático como puede ser un accidente de tráfico, la pérdida de un ser querido, una agresión, un desastre natural, etcétera. Es normal que tras un suceso impactante se reaccione con ansiedad durante cierto tiempo.
Cabe destacar que para que un acontecimiento sea traumático debe tener las siguientes características: ser imprevisto, inesperado y violento. De este modo el suceso irrumpe en el aparto psíquico del sujeto, lo sorprende y lo desorganiza porque la magnitud del hecho supera la capacidad de procesamiento y elaboración del mismo.
Consideramos que existe un trastorno de estrés postraumático cuando la reacción es extremadamente intensa o inusualmente duradera.
Dicho trastorno se caracteriza por respuestas negativas en los planos emocional (tristeza, llantos, melancolía), mental (recordar permanentemente el hecho traumatizante, culpabilizaciones, ideas obsesivas) y comportamental y fisiológico (evitar los lugares asociados al suceso, aislamiento, alteraciones en la conducta alimentaria, insomnio).
No es la situación en sí la que determina el trauma sino la vivencia de ésta. Pero no hay trauma sin vivencia, así como haber atravesado una situación potencialmente traumática tampoco garantiza que se desarrolle dicho trastorno.
Algunas situaciones traumáticas por las que atraviesan los individuos son: catástrofes naturales (terremoto, incendio, derrumbe); acoso sexual, violencia física o maltrato; presenciar una muerte, tortura, violación o accidente; tener un familiar asesinado, secuestrado o desaparecido; ser víctima de un secuestro, asalto y robo; tener miedo de morir o de que muera un ser querido; recibir el diagnóstico de una enfermedad potencialmente terminal.
Otras situaciones de la vida cotidiana que resultan traumáticas para el individuo que las padece son tener un jefe maltratador, ser burlado por los compañeros de colegio o trabajo, quedar expuesto en una situación social, quedar encerrado en un ascensor, etcétera. Todas estas son también situaciones potencialmente traumáticas, si así se vivencian y cumplen con las características para ser evento traumático.
Las reacciones físicas que generan estas situaciones son taquicardia, sudor, ganas de vomitar, mareos y tensión, entre otras, mientras que las emocionales son enojo, rabia, ira, ganas de llorar, llanto, ansiedad, etcétera.
Una característica importantísima del estrés postraumático es la reexperimentacion del hecho. Generalmente el paciente tiene recuerdos o pesadillas recurrentes, donde el acontecimiento vivido se repite una y otra vez. Los síntomas pueden aparecer incluso ante estímulos que recuerden el acto. El paciente tiende a evitar estos estímulos, esforzándose por no pensar ni hablar acerca de esa situación. También intenta evadir actividades o personas que le recuerden ese hecho traumático.
Si usted ha experimentado un acontecimiento traumático y presenta al menos tres de los síntomas, entonces le sugerimos que realice una consulta psicológica para tratar su padecimiento. ¡El estrés postraumático no se va solo! ¡No es cuestión de tiempo!
¿En qué consiste el tratamiento?
Ya que el estrés postraumático es un cuadro de ansiedad, el tratamiento psicológico debería incluir técnicas de relajación, desensibilización sistemática, exposición progresiva, registro de ideas, pensamientos y emociones, que van ayudar a una recuperación completa y mantenida.
Dado que gran parte de las reacciones postraumáticas son de carácter ansioso, puede complementarse con la inclusión en el tratamiento de un fármaco ansiolítico. El tratamiento farmacológico actúa sobre los síntomas somáticos de carácter ansioso.
Por tanto puede utilizarse durante un período de tiempo para la reducción de los síntomas fisiológicos (como por ejemplo el insomnio) bajo estricto control médico.
En la actualidad, y dada a la alta inseguridad en la que vivimos, deberíamos hacer un trabajo preventivo. La prevención del estrés postraumático reside en aumentar la resiliencia del paciente. Podríamos definir la resiliencia como la capacidad de una persona a resistir a los factores de estrés. Esto se logra teniendo información de lo que puede suceder, aunque sea en forma potencial. Saber que estamos expuestos a que algo sucediera reduce el factor sorpresa. Tener información de cómo deberíamos actuar en caso que tal o cual situación pasara nos da recursos y herramientas para poder actuar.
No tenemos que sentir que estamos exentos, el “a mí no me va a pasar”. Tenemos que reconocer que somos igual que el vecino de enfrente, que tenemos las mismas posibilidades que algo nos pase, que aunque tomemos medidas de seguridad no somos imbatibles.
Pero al mismo tiempo que digo que es importante estar informado también afirmo que estar sobreexpuesto a la información tampoco es bueno. Como siempre, encontrar la medida justa entre negar las posibilidades y estar absolutamente pendiente a la crónica negra del día.
La sobreexposición nos puede generar lo que llamamos trauma vicariante. Esto es cuando somos testigos de algo que le pasó a otra persona y que también nos pudo haber pasado a nosotros. Esta sensación de vulnerabilidad genera aumento de ansiedad y puede desarrollar un estrés postraumático vicariante.
Lic. Gisela Holc
Hémera
Centro de estudios del estrés y la ansiedad
info@hemera.com.ar
Fuente: Infobae
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